¿Robotizar la función docente?

El salto a la formación en línea que los docentes estamos experimentando a causa de la pandemia invita a reflexionar sobre si es un paso más en la tendencia a la robotización de nuestras funciones, me refiero a la progresiva introducción de la Inteligencia Artificial avanzada (machine learning) en las tareas que hasta hoy venimos realizando maestros y profesores.

La mayoría del profesorado nos hemos sumergido en el aprendizaje acelerado de nuevas herramientas digitales para continuar trabajando online. Y, ante la incertidumbre de la vuelta a las aulas estamos diseñando estrategias que nos permitan virtualizar las asignaturas todo lo posible, según la materia que impartamos.

La adaptación a las circunstancias obliga a dar un salto en una tendencia que progresaba relajadamente en gran parte del sistema educativo español. Lo que le espera a la enseñanza no será retornar a la presencialidad conocida antes de la pandemia, sino un sistema mixto donde lo presencial tenderá a utilizarse para todo aquello que no se pueda resolver bien en Internet.

Las dinámicas presenciales son importantes, pero sería erróneo limitar la presencialidad al trabajo en el aula. Una disminución del tiempo presencial en clase permite mayor flexibilidad de horarios para participar en dinámicas de enseñanza/aprendizaje fuera del aula e, incluso de los centros, aprovechando mejor las zonas urbanas y rurales como espacios educativos.

Con esto quiero decir que los cambios en los modelos educativos pueden ser positivos si somos capaces de aprovechar las oportunidades que ofrece la transformación digital para utilizar también de otro modo lo analógico. Pero hay temas de futuro, a diez años vista, que conviene situar ya en perspectiva, aunque parezcan lejanos.

Es el caso de la aplicación de la Inteligencia Artificial al trabajo educativo. La IA es útil para la identificación y el análisis de patrones de comportamiento y la toma de decisiones sobre la base de ingentes cantidades de datos (Big data), los cuales se generan trasladando a Internet muchas prácticas sociales, entre ellas las educativas.

A corto plazo la transformación digital de la Educación supondrá para los docentes mayores volúmenes de información a gestionar y mayor tiempo de dedicación a nuestra propia formación, presión que será «aliviada» por la IA. La tecnología informacional, además de aportar ventajas, genera también problemas cuya aparente solución estriba en la aplicación de tecnología más avanzada, manteniendo viva así la lógica capitalista de la innovación.

En esta dinámica de solucionismo tecnológico la tecnología ofrece la posibilidad de «liberar» al ser humano de cargas pesadas o materialmente inasumibles. El lugar -o «no lugar»- que se asigne a las personas con respecto al cambio tecnológico es una diferencia clave entre modelos de sociedad a la hora de aplicar la tecnología -y la IA en particular- a la solución de necesidades.

La cuestión no es si la IA es buena o mala, sino a qué fines se aplica y cómo son re-colocadas las personas a causa de su implantación. Son los actores políticos y económicos (empresarios, empleados y consumidores) los que vamos tomando decisiones. En el ámbito del sistema educativo hay que optar estratégicamente por la posición en la que se quiere colocar al profesorado.

Creo que lo más racional y útil es optar por una adaptación crítica de la que puedan derivarse enfoques y prácticas para aplicar la IA al ámbito de la Educación con criterios humanistas. Es un proceso imparable, al margen de que en él apreciemos oportunidades y/o amenazas. Pero es una buena noticia que aún (insisto en lo de «aún») admita distintas trayectorias.

Dos aspectos que, a mi entender, marcarían una importante diferencia son: a) La conciencia por parte del profesorado de ser actores con poder dentro de un proceso global inexorable, con pros y contras, pero susceptible de trayectorias diversas ; y b) la pro-actividad y el protagonismo del profesorado para influir en ese proceso, trabajando en equipo y en colaboración con las comunidades educativas y con otros actores sociales.

Los peores escenarios están asociados a una adaptación al cambio digital basada en la fragmentación, individualización y precarización de los esfuerzos docentes. El trabajo en equipo y la colaboración en red del profesorado, junto con otros actores, en el proceso de transformación digital y mixta de la Educación me parece una de las condiciones necesarias para incorporar positivamente en los próximos años el enorme potencial que la IA aporta a la enseñanza.

F. Javier Malagón

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Referencia para citas:

Malagón, F.J., 2020. “¿Robotizar la función docente?”. [Blog] F. Javier Malagón, Disponible en: <https://fjaviermalagon.com/2020/05/19/transformar-municipios-y-escuelas/> [Último acceso …/…/… ]>